Halil Bárcena, "Perlas sufíes. Saber y sabor de Mawlânâ Rûmî" (Herder, 2015).

«Es verdad que jamás un amante busca a su amado sin haber sido buscado antes por éste» (Mawlânâ Rûmî, Maznawî III, 4393. Traducción: Halil Bárcena).

¡... Eyval·lah ...!

AVISO PARA NAVEGANTES

Amigas y amigos, salâms:

Bienvenidos al blog del "Institut d'Estudis Sufís" de Barcelona (Catalunya - España), un centro catalán e independiente, dedicado al estudio de la obra del sabio sufí Mawlânâ Rûmî (1207-1273) y el cultivo del sufismo mevleví por él inspirado, en nuestro ámbito cultural.

Aquí hallarán información puntual acerca de las actividades públicas (¡... las privadas son privadas!) que periódicamente realiza nuestro instituto. Dichas actividades públicas están abiertas a todo el mundo, ya que nadie ha encendido una luz para ocultarla bajo la cama, pero se reserva siempre el derecho de admisión, porque las perlas no están hechas para los cerdos.

Así mismo, hallarán en el blog diferentes textos y propuestas relacionados con el islam, el sufismo y la sabiduría tradicional. Es importante saber que nuestra propuesta sufí está enraizada en la sabiduría coránica y la
sunna muhammadiana, porque el sufismo es el corazón del islam, pero el islam es el corazón del sufismo.

El blog está pensado como una herramienta de trabajo para todos aquéllos que tienen un sincero interés por Mawlânâ Rûmî, en particular, y la senda del sufismo islámico, en general. Por ello, sus contenidos se renuevan puntualmente. Si se suscriben al blog podrán recibir información puntual sobre todas las novedades que se produzcan.

Para cualquier tipo de consulta o información, no duden en ponerse en contacto con nosotros, a través de nuestra dirección de correo electrónico: sufismo786@yahoo.es

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Reciban un cordial saludo, sean quienes sean y lo que sean, estén donde estén, y muchas gracias por su visita. Huuu...!

Halil Bárcena

Director de l'IES

Yâ man Hû...!

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Institut d'Estudis Sufís de Barcelona  Programa de actividades  (Septiembre - Diciembre 2023 / 1445)


viernes, 27 de abril de 2012

La poesía de Yunus Emre


Yunus Emre 

y el gusto poético de los turcos


Halil Bárcena



  
Hablar de literatura clásica turca, la del largo período otomano, es hacerlo, fundamentalmente, de poesía, mucho más que de prosa. Podemos afirmar, pues, sin temor a equivocarnos, que el turco es un pueblo poético en esencia. Dicho de otro modo: históricamente, los turcos han preferido la poesía para expresar sus sentimientos más profundos. Muy probablemente, deberíamos añadir que también han usado la música, tan cercana a la poesía, para dar rienda suelta a su mundo interior, pero este es otro tema del que nos ocuparemos más extensamente en otro momento.

Dos son las corrientes poéticas imperantes en dicho período otomano, muy fructífero por lo que hace al desarrollo de las artes. La primera, de carácter más culto y elitista, ligada al mundo del palacio, es la llamada poesía del dîwân, muy influida tanto por las formas de versificación (gazâl, qasîda, mesnevi…) como por la métrica cuantitativa o arûz y escrita en el llamado turco otomano, preñado de vocablos procedentes tanto del árabe como del persa, lenguas éstas mucho más adecuadas que el turco para dicha métrica cuantitativa basada en el contraste entre vocales breves y largas. La segunda, mucho más sencilla (estilísticamente hablando) y popular, de corte tanto profano como espiritual, es la poesía cantada, saz en mano, por el aşık o trovador itinerante y ésta sí de raigambre estrictamente turca.

La poesía del dîwân, irrumpió en el siglo XIV, pero no fue hasta el siglo XVI cuando aparecieron dos de los grandes poetas clásicos de dicha corriente, como son Fuzuli (m. 1556) o Bâki (m. 1600). Un siglo más tarde cabe destacar al poeta Nefî (m. 1636), experto en el uso de la qasîda. Frente a esta poesía de una elegancia preciosista y aristocratizante, hallamos la llamada poesía popular turca, escrita en un registro lingüístico turco fácilmente comprensible por las capas populares (aunque no por ello exenta de un fascinante hechizo fonético), a diferencia de la poesía del dîwân, destinada a las elites cultivadas. Dos son las corrientes principales de la poesía popular turca: una de orientación espiritual, místico podríamos decir incluso, que es la que nos ocupa en estas líneas, y otra más profana.



Yunus Emre (m. 1329), figura mitad histórica, mitad legendaria, es el nombre por excelencia de dicha poesía popular turca de orientación espiritual. Y digo espiritual y no religiosa, dada la particular vivencia interior, más allá de las formas religiosas, de unos poetas cuya rebeldía e inconformismo les condujo a chocar en no pocas ocasiones con el poder religioso imperante. Escribe Yunus Emre, por ejemplo:

“Yunus Emre le dice al sabio religioso:
Acaso mil veces debamos peregrinar,
Pero mejor que todo de ello
Es penetrar en un corazón”. 

Yunus Emre, de quien poco se sabe salvo su adscripción al tasawwuf o sufismo, la dimensión mística del islam, escribió exclusivamente en turco, de ahí, entre otras cosas, su enorme popularidad a lo largo de siete siglos. Nadie ha ejercido tanta influencia en el resto de la poesía popular turca como él. Se ha de decir, sin embargo, que su recuperación y reconocimiento como gran poeta ha sido relativamente reciente, dado, justamente, su carácter popular. Y es que durante mucho tiempo los eruditos otomanos lo ningunearon dada, justamente, su condición de outsider. No en vano, el suyo no es el ámbito urbano del palacio sino el mundo turco rural, venero de toda suerte de disidencias. Con todo, rural aquí no significa en modo alguno folclórico. La poesía de Yunus Emre es una de las expresiones más logradas, tal vez la mejor, de lo que podríamos denominar cultura anatolia, en la que convergen el islam y la ancestral espiritualidad turca impregnada de valores chamánicos.
    

El reciente descubrimiento, apenas son unas cuantas décadas, de la poesía de Yunus Emre ha ido en paralelo a la revalorización de la cultura popular turca que durante mucho tiempo fue menospreciada y tenida por menor por la intelectualidad otomana, cuyos gustos estéticos estaban más cercanos a la sensibilidad arabo-persa. Hoy, Yunus Emre resume los gustos poéticos de los turcos y una forma de espiritualidad que exige menos encorsetamiento formalista y más desbordamiento interior. Canta Yunus Emre:
“Tu amor me ha robado de mí,
Yo a ti, te necesito a ti.
Día y noche ardo de amor por ti,
Yo a ti, te necesito a ti”.                  

jueves, 26 de abril de 2012

I Forum Fragmenta

I Forum Fragmenta



Se cumplen cinco años de la Editorial Fragmenta. Cinco años editando libros -¡cincuenta hasta ahora!- con espíritu sobre el espíritu, tanto en catalán como en castellano. Y para celebrarlo, la editorial ha organizado el I Forum Fragmenta, que tendrá lugar el día 5 de mayo, en la Casa de Espiritualidad Sant Felip Neri de Barcelona. Se trata de toda una jornada pensada para leer, conversar y contemplar que permitirá poner en contacto a los autores de Fragmenta con el público lector. Y allí estará también nuestro Institut d'Estudis Sufís y su grupo de música 'Ushâq, que, por cierto, estrenará su primer CD. Desde este blog sufí queremos felicitar a los editores (¡nuestros editores!) Inês Castel-Branco e Ignasi Moreta, así como a todo el equipo de Fragmenta, por haber confiado en nosotros y haber contribuido a difundir el sufismo pensado, sentido y hecho desde nuestro país. Enhorabuena ¡... i per molts anys...!

Clikando aquí tendréis todo el programa del I Forum Fragmenta:
http://www.fragmenta.cat/ca/actualitat/esdeveniments/101868

Cocina sufí: 'Zanahoria con mosto'

'Zanahoria con mosto'




Si bien presentamos en esta ocasión un plato dulce, según la tradición de la cocina sufí mevleví comida debemos comenzar siempre cualquier comida ingiriendo un poquito de sal, así como al final también, tras de lo cual se pronunciará la duâ' de la comida.

Ingredientes:
½ kg. de zanahorias
2  vasos grandes de agua
2 cucharadas de mantequilla
2 cucharadas de arroz
1 vaso grande de azúcar o bien de mosto de uva

Preparación:
Primero, limpiamos las zanahorias, las lavamos y las cortamos en rodajas, tras lo cual las pondremos en una  olla. Vertemos agua en y tapamos la olla. Cocinar a fuego lento durante  media hora, hasta que las zanahorias se ablanden. Luego, añadiremos la mantequilla y el arroz. Tras quince o veinte minutos, una vez el arroz esté a punto, mezclamos el azúcar o bien el mosto. Cocinar durante cinco o diez minutos más, hasta que se absorba todo el agua. Finalmente, lo dejaremos reposar diez minutos más en la olla. Se recomienda servirlo caliente y ¡con amor!

(Sección coordinada por Nesrin Can)

Libros: Chemin de La Mecque


Muhammad Asad, 

un viaje al corazón del Islam


Leili Castella




Si el agua de un estanque no se mueve, se vuelve lodo y fétida, pero si corre, se vuelve clara: lo mismo le ocurre al hombre al viajar”. Éste parece haber sido el lema vital de Muhammad Asad, nacido bajo el nombre de Leopold Weiss en julio de 1900 en Lemberg, en el Imperio austrohúngaro (la actual Lviv, Ucrania) y muerto en 1992, en Mijas (España).

Una simple mirada a alguna de las etapas más relevantes de su biografía revelan el destino fabuloso de este hombre singular: modesto periodista judío que prefirió el estilo de vida de los árabes a los ideales sionistas, Leopold Weiss descubrió gradualmente el islam al que se acabó convirtiendo, adoptando el nombre de Muhammad Asad. Huésped de Abd al-Azîz Ibn Saûd, rey de Arabia, Asad pasó seis años en el corazón de este país, viviendo con y como los beduinos del desierto, llegando incluso a realizar algunas misiones secretas para el soberano wahabí. Partió posteriormente hacia la India, donde trabó estrecha amistad con Muhammad Iqbal, poeta, filósofo y guía de la élite intelectual que consiguió crear el actual estado de Pakistán, país en la fundación del cual Asad participó activamente, y del que fue uno de sus más altos funcionarios, hasta el punto de ser su delegado ante las Naciones Unidas, en Nueva York, con rango de ministro. Fueron precisamente el interés y la curiosidad que su personalidad y destino únicos suscitaron entre las gentes que conoció en la ciudad de los rascacielos, los que le empujaron a escribir, a mediados de los años 50, Le Chemin de La Mecque [1], apasionante relato autobiográfico de sus decisivos 32 primeros años de vida.


Chemin de La Mecque (existe traducción al castellano en la editorial Walaya, Granada, 1984) es la historia de un viaje, geográfico, sí, pero sobre todo espiritual. Relata el reto de franquear “un abismo entre dos mundos distintos, un puente tan largo que había que alcanzar el punto de no retorno antes de que la otra extremidad se hiciera visible” (2). Y es que Asad sabía que abrazar el islam suponía cortarse a sí mismo del mundo en el que había crecido. Y esto es lo que sucedió, al enamorarse primero de los árabes y de su modo de vida, y después, de su fe. Notó Asad que “un soplo humano cálido parecía emanar de la sangre de estas gentes y penetrar sus pensamientos y sus gestos sin estas penosas divisiones del espíritu o estos espectros de miedo, avidez e inhibición que volvían la vida europea tan fea y poco prometedora. Entre los árabes empecé a encontrar algo que inconscientemente siempre había buscado: una ligereza emocional en la aproximación a todas las cuestiones de la vida, un supremo sentido común en los sentimientos…una coherencia orgánica entre el espíritu y los sentido” (3). Advirtió pronto Asad que lo que en gran parte conformaba la esencia de aquellas gentes era su experiencia del desierto y de su vacuidad. Escribió Asad: “Hay ciertamente paisajes más bellos, pero ninguno puede labrar el espíritu humano de forma tan potente (…) El desierto, que es desnudez y limpieza, ignora cualquier subterfugio. Barre del corazón del hombre todas las amables fantasías que podrían servir de atavío a los deseos tomados por realidades y le confiere la libertad de abandonarse a un Absoluto sin imágenes” (4). Su conversión al islam se produjo casi por contagio, por “in-vivencia”, a tal punto que en una ocasión un amigo, al escucharlo, exclamó: “¡Pero si usted es musulmán sin saberlo!”

Sin embargo, sus largos años de convivencia con los beduinos de Arabia central y oriental le aportaron algo aún más importante: familiarizarse con el idioma árabe más próximo al de cuando el Corán estaba siendo revelado. A tal punto que Asad llegó a hacer suya toda la estructura de símbolos que expresan el espíritu y el sentimiento particular por la vida de un pueblo de mentalidad tan radicalmente distinta a la occidental. Asad comprendió así lo que hace al Corán fundamentalmente distinto a las demás escrituras sagradas: “su insistencia en la razón como vía válida hacia la fe, así como su énfasis en la inseparabilidad de las esferas espiritual y física (y también por lo tanto, la social) de la existencia humana” (5).


Fruto de este profundo conocimiento que poseía Asad es su impagable traducción comentada del Corán, la primera, quizá, que no surgió de una mera erudición adquirida mediante estudios académicos, es decir, de los libros. Como el mismo Asad explica en el prefacio de su traducción o tafsîr, un acercamiento meramente erudito al texto sagrado sólo consigue transmitir su cáscara externa, porque no se ha dado “esta comunión intangible con el espíritu del lenguaje que sólo puede lograrse viviendo con él y en él” (6). Y esto es precisamente lo que Muhammad Asad, en su apasionante viaje al corazón del islam, consiguió.

Notas: 
(1) Muhammad Asad, Chemin de Mecque (Fayard, 2004)
(2), (3) y (4), pp. 282, 96 y 135, respectivamente, de Chemin de Mecque
(5) Traducción del árabe y comentarios a cargo de Muhammad Asad, El Mensaje del Qur’an, Junta Islámica, Almodóvar del Río2001, p. iii.
(6) Ibídem, p. iv.

Leili Castella es licenciada en derecho y pianista. Rebâbista del grupo 'Ushâq, es coordinadora del Institut d'Estudis Sufís y directora de la escuela de música 'Baraka, música con alma'. 

Cuentos: 'El secreto de la felicidad'

El secreto de la felicidad




Este fue el diálogo que mantuvieron en cierta ocasión el Mol·lâ Hodja Nasreddín y un discípulo suyo a propósito de la felicidad:
¡Oh maestro! ¿Cuál es el secreto para alcanzar la felicidad?
El secreto consiste en no equivocarse
- Ya, pero ¿cómo podemos hacer hacer para no equivocarnos?
- Es cosa de experiencia
- Sí, pero ¿cómo adquiere uno experiencia?
- Equivocándose

El secreto de la muerte reside en la vida; y el de la vida, en la muerte. Aprendemos a levantarnos cayéndonos y el secreto de la caída reside en saber levantarse. La experiencia, esto es, el paso del tiempo, es maestra de la no equivocación, secreto de la felicidad, pero sólo se adquiere experiencia, es decir, madurez, equivocándose. Y ver todo ello es comprender la naturaleza real de las cosas, asumir las leyes de la vida.

Halil Bárcena
  

Poetas: Abû Nuwâs


Abû Nuwâs

1.
Son cuatro las cosas
Que hacen revivir
Corazón,
Alma
Y cuerpo:
El agua,
Los jardines,
El vino
Y un rostro bello.




2.
Hombres, ¡a mí qué me importan
las espadas o los combates!
Yo sólo sigo a una estrella:
la del placer y la música.
En mí no confiéis,
pues soy de aquellos que rehuyen
encontronazos y embates.
Cuando veo el enemigo
salto sobre mi potrillo
con las riendas colocadas
por el lado de la cola.
No sé cómo es un arnés,
ni un broquel, ni un alfanje.
Todo mi afán es saber,
cuando sus guerras estallan,
por qué camino escapar.
Si de juergas se tratara,
de beber vino sin mácula
o de pasarme la noche
junto a vírgenes luciendo
sus vestidos de luto negro
me veríais con razón
como héroe de los árabes.

3.
Veo en el vino
Una virtud
Que sólo encuentro
En el amigo.
Él es la rueda
Que desde antiguo
Hacer rodar
Goce y placer
Como el molino.




4.
Me he desprendido de mi ignorancia
Vendiéndola al mejor postor
Para poder ir con la cabeza alta
Y mostrar la cara sin máscaras.
El Califa me ha prohibido
Que me libre a las pasiones
Y lo tendré que obedecer.
He tenido que dejar, por sus reproches, todo goce
Pues siempre llegan a sus oídos las infracciones.
Me senté al lado de un copero amigo
Sediento en la flor de la juventud,
Satisfaciéndome sin vino
Que se combate hoy
Como se servía ayer.

Abû Nuwâs, Cantar al vino, Madrid, Cátedra, 2010

Abû Nuwâs al-Hasan Ibn Hâni' al-Hakamî, conocido por Abû Nuwâs (Ahvaz, Irán, entre el 747 y el 762-Bagdad, 816), está considerado uno de los mayores poetas árabes clásicos, conocido por su poesía de temática báquica, satírica y erótica homosexual. Su lengua materna fue el persa, por lo que se arabizó conviviendo con tribus árabes nómadas y aprendiendo el Corán y la poesía árabe preislámica. Sin embargo, acabó por rebelarse contra esta inmersión cultural beduina y su forma de vida que consideraba conservadora y ruda en contraposición con la vida disoluta, placentera y ciudadana de la que luego disfrutaría en Bagdad. A pesar del aprecio en que le tuvieron los soberanos abbasíes, pasó varias temporadas en la cárcel como consecuencia de su vida libertina y de su afición al vino. Fue el primer poeta que liberó a la poesía árabe del peso tradicional que venía marcando la poesía típica beduina, más arcaica y complicada en formas y vocablos. El resultado de su obra es una poesía renovadora, moderna y libre que rompe con los temas clásicos; en ella el poeta declara públicamente su conducta libertina, con dulzura, ironía y sin ánimo de indulgencia, así como su desobediencia política y religiosa. Abu Nuwás se convirtió en personaje literario al protagonizar varias historias de Las mil y una noches, donde aparece inmortalizado como un personaje ingenioso y excéntrico. Cuenta la tradición que en el momento de su muerte declaró ‘mis pecados son grandes, pero cuando los comparo con tu perdón, Dios mío, veo que éste es aún más grande’.

(Sección coordinada por Pepa Torras i Virgili)

Ebru, el arte del agua


Ebru, el arte del agua


Nesrin Can





El elemento principal con el que opera el arte del ebru, muy apreciado en ámbitos sufíes turcos, es el agua, que, por otro lado, es el elemento que más se puede encontrar en el planeta. En el Corán se afirma que cuando en el mundo no había nada se creó el agua desde el cielo. En la azora Anbiyâ', más concretamente, se dice: "(...) hemos hecho a partir del agua toda cosa viviente (...)" (21, 30). El agua opera de forma muy positiva sobre el ser humano. En las playas junto al mar y en los ríos sentimos una paz y un descanso únicos. En las casas típicas otomanas, así como en las andaluzas, había pequeñas albercas y fuentes a fin de escuchar el sonido apaciguador del agua y contemplar sus movimientos caprichosos mientras se hace tafakkur (tefakkur en la forma turca) o meditación, con un tesbih en la mano.

El origen de la palabra ebru es oscuro. Para algunos, 'ab-ru' procedería de la expresión persa 'cara de agua'. Otros, sin embargo, afirman que la forma turca ebru provendría de la palabra persa abr, que quiere decir nube. Sea como fuere, el arte del ebru, llamado también papel marmolado, dadas las aguas generadas muy similares a las del mármol, es una suerte de pintura realizada en la cara del agua, valga la expresión. De las pinturas preparadas previamente y vertidas después en un recipiente que contiene agua aparecen diseños caprichosos que quedan sutilmente fijados más tarde en papel. He ahí el secreto del arte del ebru. No obstante, para la cultura del tasawwuf o sufismo lo que se exterioriza en el papel no son tanto los diseños de las pinturas en sí como los reflejos emanados desde el corazón vaciado del propio artista o ebruzen. De ahí que, desde el punto de vista sufí, la intención no sea realizar obras bellamente coloreadas, sino acercarse a la belleza divina a través de la ejecución de un arte altamente contemplativo.



Para quien es capaz de realizar tafakkur las imágenes reflejadas en la cara del agua mediante el arte del ebru podrían sugerir la teoría del caos, el big bang, o evocar la magia del cosmos y muchas otras cosas más, pero, insisto, sólo para quien es capaz de contemplar y reflexionar.  Todo lo que ocurre en el agua hace recordar al artista divino, dado que todas y cada una de las obras salidas del arte del ebru son únicas e irrepetibles. Ninguna imagen se parece a otra, lo cual le sugiere tanto al artista como a quien contempla el resultado final el tawhîd, principio sufí de la unidad del ser, intuición espiritual primordial del sufismo. Lo que sucede en la cara del agua (los diferentes colores y los diferentes diseños) es como los distintos nombres Él. El agua es siempre igual; son los diseños y colores los que varían siempre. Sin embargo, el agua no tiene ninguna responsabilidad en todo cuanto ocurre. No es el agua el motor, ya que si Él no quiere nada es posible. Y, al final, el ebruzen comprende que quien opera el milagro del arte del ebru no es el artista sino Él. Y cuando así lo entiende, el ebruzen se inclina hacia agua consciente de que el artista no es nada más que un punto, un cero ante la  grandeza de la realidad divina; y sale de su taller vistiendo la jirqa, el manto de la pobreza espiritual, mientras susurra en sus labios Al·lâhu akbar, Al·lâh es lo más grande.


Nesrin Can es licenciada en filología española de origen turco.

miércoles, 25 de abril de 2012

Istilâhât (Léxico sufí): 'Gurba', exilio espiritual

'Gurba', exilio espiritual

Halil Bárcena


El tema del exilio espiritual (gurba en el lenguaje técnico sufí), junto a los de la nostalgia y el retorno que le son afines, está palpitando, tan presente, en la filosofía mística del sufismo, en general, y del sufismo persa, en particular. En efecto, el binomio exilio/retorno constituye el tema dilecto, mayor y fundamental, de la mística sufí persa y, en concreto, de Mawlânâ Rûmî (m. 1273), un exiliado él mismo, a fin de cuentas. En cierto modo, Mawlânâ espiritualiza, interioriza las distintas circunstancias extrínsecas, valiéndose de ellas para explicar el drama interior del ser humano que ha despertado, y en su despertar ha tomado conciencia de su condición exilada. Como el ney, la flauta derviche de caña, su instrumento musical preferido, el desterrado se sabe, aquí en el mundo, arrancado violentamente de su auténtica patria espiritual y sin otro objetivo en la vida que regresar a ella, sabiendo que se trata de un lugar no-lugar, u-tópico, simbolizado por el corazón del místico.

El caso es que todo en Mawlânâ da comienzo con la conciencia de la pérdida y la separación. El maestro persa de Konya evoca un exilio espiritual que le desposee a uno de la patria de origen, para jamás llegarle a integrar en ninguna otra. Evidentemente, el significado del término gurba o exilio en este contexto es, por supuesto la lejanía del seno de lo que podríamos denominar la Unidad Divina o, lo que es lo mismo, la obligación de morar en el mundo material o en cualquier plano de la existencia que esté apartado de la presencia directa de lo divino.



Un hadîz atribuido a Muhammad, profeta del islam, dice así: “La búsqueda de lo Real es un exilio”; de donde arranca la sunna de la hiyra: es preciso huir de la irrealidad de este mundo a la realidad de lo realmente Real. Y es que, gurba constituye para el sufí una pérdida que, paradójicamente, lejos de colapsar, opera como acicate y revulsivo del viaje espiritual de retorno a lo que verdaderamente se es. Escribe Mawlânâ: “Salvo el fuego del exilio y de la separación, ¿qué cocerá lo crudo? ¿qué le librará de la hipocresía?”. Sólo aquéllos que permanecen lejos podrán saborear las mieles del regreso, puesto que el gozo del retorno es proporcional al dolor del exilio. 

miércoles, 18 de abril de 2012

Semana de Espiritualidad en Tudela

V Semana de Espiritualidad


de Tudela






Sesha, Celso Navarro, Vicente Gallego, Marià Corbí, director del Centre d'Estudi de les Tradicions de Saviesa, y Halil Bárcena, director del Institut d'Estudis Sufís de Barcelona, son los participantes invitados de la V Semana de Espiritualidad de Tudela, organizada por el ayuntamiento de dicha localidad navarra, que se celebrará entre los días 16 y 20 del presente mes de abril, bajo el título general de 'La muerte como maestra de Vida'. Cerrará la semana un concierto de música sufí a cargo del propio Halil Bárcena (ney y voz) y Leili Castella (rebâb).

Para más información, clikad aquí:
http://www.castelruiz.es/Programaci%C3%B3n/Programaci%C3%B3nGlobal/tabid/348/ID/74/Semana-de-Espiritualidad.aspx

lunes, 16 de abril de 2012

'Ayak mühürlemek', gestualidad mevleví

Gestualidad mevleví:

'Ayak mühürlemek'




Halil Bárcena





El sufismo, todo el sufismo, es adab, esto es, corrección, buenas maneras. Dicho sin embudos, adab es saber estar o, lo que es lo mismo, comportarse como corresponde en cada momento y situación, sin artificio alguno, con la espontaneidad propia de quien es conocedor de la naturaleza real de las cosas. Por consiguiente, nada más lejos del adab sufí que el formalismo protocolario o la afectación (pseudo)espiritual. Todo ello no son más que formas prestadas, nada que brote natural del interior conmovido del ser humano.

Muchas veces, el adab son pequeños detalles que hacen que las cosas, los ambientes, las situaciones, los lugares (¡en una palabra, todo!) cobren un nuevo sentido. El adab es como un perfume que lo impregna todo. No en vano el sufismo es la tradición del perfume. En el ámbito del sufismo mevleví, el que arranca del ejemplo de Mawlânâ Rûmî (m. 1273), la gestualidad forma parte inextricable del adab del derviche y ningún gesto como el llamado en turco ‘ayak mühürlemek’, que podríamos traducir por ‘el sello del pie’, también llamado ‘gesto de Ateş Bâz Velî’. Ateş Bâz Velî era el cocinero de Mawlânâ y constituye uno de los personajes históricos más entrañables del sufismo mevleví. Se cuenta que en cierta ocasión Ateş quiso obsequiar con una buena cena a Mawlânâ y un nutrido grupo de derviches que lo acompañaban, pero no tenía troncos suficientes para encender el fuego. Mawlânâ le indicó que colocase su pie dentro del fuego sin miedo a fin de avivarlo, cosa que Ateş hizo para no contravenir al maestro. El caso es que justo en un momento de duda, Ateş se quemó su pie izquierdo. Cuando el fiel cocinero se presentó ante Mawlânâ, ocultó la quemadura de su pie izquierdo pisándose con el derecho. Al ver el gesto de Ateş Bâz, Mawlânâ les comentó a todos los presentes que ese gesto de pisarse el pie izquierdo con el derecho (ayak mühürlemek) constituiría a partir de entonces el saludo por antonomasia entre los derviches mevlevíes y su principal seña de identidad. El gesto simboliza, en primer lugar, la fidelidad del derviche, pero también su humildad, dado que se sabe imperfecto, siempre en tránsito. Al fin y al cabo, la quemadura de Ateş Bâz Velî fue producto de la duda.




El gesto completo de ayak mühürlemek consiste en replegar los dos brazos sobre el pecho, en forma de cruz, la mano derecha sobre el hombro izquierdo y la izquierda sobre el hombro derecho. La cabeza está ligeramente inclinada hacia la derecha y los pies ‘sellados’ tal como hemos indicado anteriormente: el derecho pisa el izquierdo. Según la tradición mevleví, dicho gesto corporal indica que el derviche es quien se halla en disposición de recibir: el derviche no posee ni manos ni pies, su cabeza está rendida, y así, humilde y respetuoso, se presenta ante los perfectos (eren).

viernes, 13 de abril de 2012

Dîwân de Hal·lâj (37)

Dîwân de Hal·lâj (m. 922)




1. El seu ésser batega en el meu ésser; i el meu, en el d’ell.
Però si es tracta de descriure’l, només ell pot parlar de si mateix.

2. Si no fos per ell, jo ignoraria del tot el meu rumb,
però sense mi, ell no tindria ningú que el conegués (1).

3. Tot allò que en ell significa és un signe per a ell.
I digueu als qui discrepin de mi: "¡Discrepeu…!".

4. ¡Amics meus! Pel Misericordiós només val una cosa:
que el nostre esperit visqui amb ell en l’íntim de la unió.

Notes:

(1) Al·lusio al hadís qudsî: "Jo era un tresor amagat i vaig desitjar ser conegut; per això he creat el món. Cf. Annamarie Schimmel, Las dimensiones místicas del islam, Trotta, Madrid, 2002, p. 207.

(Traducció de l'àrab al català a càrrec de Halil Bárcena)

Entrevistas: Halil Bárcena


'Sufismo', en los medios








Con motivo de la reciente publicación del libro Sufismo (Fragmenta Editorial) del islamólogo Halil Bárcena, director del 'Institut d'Estudis Sufís' de Barcelona, el autor ha concedido algunas entrevistas acerca de su libro y el sufismo en general que los seguidores del presente blog sufí podrán leer y oír en los siguientes enlaces:


Entrevista del periodista Ignasi Miranda en Ràdio Estel:



Entrevista de la periodista Mireia Rourera en el diario catalán El Punt/Avui:



Y aquí, Víctor Amela, periodista de La Vanguardia, habla de Sufismo de Halil Bárcena y del sufismo, en Radio Nacional de España-Radio 1, en el programa 'En días como hoy', con Juan Ramón Lucas (a partir del minuto 46):

miércoles, 11 de abril de 2012

Condiciones de la vía sufí


Condiciones de la vía sufí



Halil Bárcena




Dedicación, pasión, atrevimiento y prudencia. He ahí las cuatro condiciones que exige la senda interior sufí. Sin dedicación, que es sinónimo de constancia y también de paciencia, nada puede llevarse a cabo. Y la dedicación significa centramiento o, lo que es lo mismo, reunión de lo disperso. Por supuesto, no hay dedicación sin esfuerzo.

La pasión comporta un estado de enamoramiento, pero no del camino en sí, sino del objeto, digámoslo así, de la búsqueda. La pasión no es más que el fuego que mantiene viva la llama de la indagación espiritual. La pasión tiene que ver con el sentimiento o, si se prefiere, con el sentir profundo, pero no con el sentimentalismo, que es uno de los peores obstáculos del camino interior. En ese sentido, valdría la pena distinguir, como recomienda Frithjof Schuon, entre sentimiento, sentimentalidad y sentimentalismo. El sentimiento, cuando es sentir profundo, siempre es amor en su substancia; y éste (como aquél), lleva a cabo en el ser humano una discriminación entre lo que es noble y bondadoso y lo que no lo es. La sentimentalidad no es ni más ni menos que la capacidad innata de sentir que posee el ser humano, del mismo modo que la intelectualidad es el carácter de lo que es intelectual, al tiempo que la tendencia hacia el intelecto. El sentimentalismo, por su parte, es un sentimiento opuesto a una verdad, con lo que contradice toda actitud racional y además la usurpa. Como tal, el sentimentalismo constituye un grave obstáculo (para algunos, insoslayable) del camino interior.



El atrevimiento, que jamás puede confundirse con la frivolidad, es una suerte de acicate interior que nos impulsa a ir más allá de todo límite. Es en ese sentido y no otro que el sufismo constituye una apuesta radical por una espiritualidad libre, exenta de cualquier tipo de sumisión o actitud acomodaticia. Una espiritualidad profunda que va más allá de cualquier atadura formal. De ahí que para el derviche la religión no sea jamás un lugar de llegada, sino un punto de partida.Y, por último, tenemos la prudencia, algo que no se contradice con lo anteriormente expuesto del atrevimiento. Hay que ser siempre prudentes. Del mismo modo que el atrevimiento nada tiene que ver con la frivolidad, tampoco tiene que ver con la temeridad. El sufismo supone un reto y todo reto merodea el riesgo. Pues bien, delante del reto, para salir airoso de él, se precisa de la prudencia, que también tiene que ver con la discreción. La senda sufí no es secreta, pero sí discreta. En un mundo actual donde todo el mundo quiere hablar, aunque sea de nada, la opción del derviche es callar y escuchar.

lunes, 9 de abril de 2012

¡Adéu, Mure!


Fins sempre, amic Mure






El passat divendres 6 d'abril, el nostre amic Josep Morera 'Mure', amb qui ens vàrem iniciar en l'escalada ara tot just fa un any, va patir un accident mortal descendint el barranc Piscia di Gallu a Córsega. Només tenia 26 anys i una gran passió: la muntanya. El Mure era un jove alegre i bondadós, que es feia estimar. Des d'aquest blog sufí li volem retre el nostre més sentit homenatge. Amic Mure, va ser un plaer tenir-te casa (a tu i a la Natàlia), un goig haver-te conegut i un honor compartir amb tu les parets curulles de 'baraka' del nostre estimat Montsant, al Priorat català. Amic Mure, gran Mure, sempre et durem al cor. Halil Bárcena

Cantos sufíes (ilâhis): 'Neyleyim dünyayı'

Neyleyim dünyayı


Letra: Aziz Mahmud Hüdâî

Maqâm: Acem Ashirân


Neyleyim dünyayı

Bana Allah'ım gerek.

Gerekmez mâsivayı

Bana Allah'ım gerek.


Ehl-i dünya, dünyada

Ehlilik bu ukbâda

Her biri bir sevdada

Bana Allah'ım gerek.


Beyhûde hevayı ko

Hakkı bul, gör yahu

Hüdâi'nin sözü bu

Bana Allah'ım gerek.






¡Qué hago yo en este mundo!

Yo solo lo deseo a Él.

No necesito nada.

Yo solo lo deseo a Él.


La gente mundana

es experta en las cosas de aquí.

Cada uno posee una senda distinta.

Yo solo lo deseo a Él.


Dios vacía las cosas.

Para hallarlo, dedícate a 'Yâ Hû'.

Estas son las palabras de Hüdâî:

Yo solo lo deseo a Él.


El grupo Dergah y Halil Necipoğlu interpretan el ilâhi:



(Traducción del turco al español a cargo de Nesrin Can)

Lecturas recomendadas

  • Abbas Kiarostami, Compañero del viento (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006).
  • José Antonio Antón Pacheco, Intersignos. Aspectos de Louis Massignon y Henry Corbin (Athenaica, 2015).
  • Khalili, Una asamblea de polillas (Mandala, 2012).
  • Masood Khalili, Los susurros de la guerra (Alianza, 2016).
  • Olga Fajardo (ed.), La experiencia contemplativa. En la mística, la filosofía y el arte (Kairós, 2017).
  • Seyed Ghahreman Safavi, Rumi's Spiritual Shi'ism (London Academy of Iranian Studies, 2008).
  • Shams de Tabriz, La quête du Joyau. Paroles inouïes de Shams, maître de Jalâl al-din Rûmi. Trad. Charles-Henry de Fouchécour (CERF, 2017).
  • Tom Cheetham, El mundo como icono. Henry Corbin ya la función angélica de los seres, (Atalanta, 2018).

¡Ah... min al-'Eshq!

"A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”.
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos"

Mawlānā Ŷalāl al-Dīn Rūmī

¡... del movimiento a la quietud!

... de la palabra al silencio !!!

"Queda mucho por decir,
pero será Él quien te lo diga
para que lo entiendas, no yo"

Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (m. 1273)